Pepe Soler, militante de la Hermandad Obrera de Acción Católica en las décadas de los 50 y 60 militó de forma activa en el movimiento obrero de Linares. Más tarde en el 2000 volvió a incorporarse a la militancia activa en un equipo de militantes de la HOAC de Linares hasta que el cuidado de su esposa enferma le impidió seguir participando en las reuniones de equipo y asambleas de la HOAC. Siempre aportó una espiritualidad y una mística auténticamente obrera y cristiana. Fue padre de 7 hijos y a sus 94 años nos dejó para ir a los brazos del Padre el 26 de julio.
Pepe arrancó su militancia a partir de la participación en un Cursillo Apostólico impartido el año 1956 en Baeza por Guillermo Rovirosa -promotor y primer militante de la HOAC-, siendo para él una experiencia que marcaría toda su vida.

A propósito de que algunos compañeros cristianos le decían que ya no existía la clase obrera él defendía la existencia de los y las obreras y de los pobres. Para eso con mucha coherencia de vida argumentaba que ahora había que redescubrir esa clase obrera. “Por eso necesitamos despertar esa solidaridad ahora más que nunca para buscar soluciones aportando cada uno según sus capacidades y mostrando nuestra disposición hacia los que han quedado al margen. Debemos colaborar al cambio de mentalidad y ayudarles por todos los medios a empezar algo nuevo en dónde no se vuelvan a repetir estas circunstancias inhumanas nunca más. Ellos son Cristo, un obrero pobre que existe y que nos llama a despertar nuestra conciencia cristiana y fraternal”.
Sobre la crisis del 2008 él decía “las crisis llegan cuando les interesan a los grandes capitalistas, que son los que sacarán tajada de ella, los muy ricos siguen especulando, gran parte de la clase media se ve en riesgo de tener que llevar una vida más austera, los pobres de “pan llevar”, se han convertido en pobres de “pan pedir”, y aún, no sabemos cómo ni cuándo podremos salir de ella. Ante esta situación, los cristianos tenemos que interpelarnos: ¿Qué actitud debemos tener ante esta situación, de grave necesidad para muchos, que se ha presentado ante nosotros?¿Cómo debemos crecer en comunión de vida, de bienes y de acción para llegar a los trabajadores pobres? ¿Cuál es nuestra capacidad de sacrifico para que ellos que son Cristos vivan y vivan en abundancia?
Estas intervenciones y muchas otras provocaban un silencio, reflejo de la escucha de aquellos que queríamos seguir su ejemplo de obrero, de militante y de cristiano.
Su existencia, gastada en favor de la Iglesia y del mundo obrero y del trabajo, es un regalo para la diócesis de Jaén que lamenta hoy su pérdida y se alegra de la vida vivida, expresión de las luchas y las conquistas de la clase obrera en Linares y de la transformación de una Iglesia pobre para los pobres del mundo del trabajo.
Hasta mañana en el altar, Pepe.
Jaén, 31 de julio 2020.
Hermandad Obrera de Acción Católica. HOAC. Jaén